El mundo cristiano está observando de nuevo la temporada de cuaresma; temporada de y ayuno que precede la gozosa festividad de Pascua Florida. Comúnmente se cree que la temporada de cuaresma está relacionada con los sucesos de los cuarenta días que preceden la Resurrección. Esta es una idea errónea. La cuaresma es una de la iglesia y no hay autorización para ella en ninguna parte en el Nuevo Testamento. La idea, sin embargo, tiene una sólida base espiritual; Moisés, Elias y Jesús mismo sentaron un precedente para ella. Cada uno observó un período de cuarenta días de oración y ayuno como para una obra espiritual. Moisés recibió los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí al terminar su ayuno. Elias habló con Dios en el Monte Horeb al concluir su período de oración y ayuno. Jesús empezó su gran espiritual al de Su ayuno en el yermo.
Los antiguos escritores hebreos hicieron una costumbre de usar para simbolizar ideas. Cuarenta, para ellos, era un redondo, sugiriendo la idea de un fundamento para algo siguiente; una idea de perfección. Así el número cuarenta se usa a menudo en las Escrituras para indicar una preparación que se completa para algo que ha de seguir. Cuando consideramos la cuaresma como “bien redondeada” y “completa” temporada de retiro de las cosas del mundo para limpiar la mente y recordar las cosas del Espíritu, se •vuelve un verdadero tiempo de preparación para la gloriosa estación de la Pascua; una preparación para la resurrección de la mente de la oscuridad del pecado, la duda y las falsas creencias a la luz de la comprensión.
La cuaresma, pues, es una institución de la iglesia que incorpora la exaltada idea de limpiar y disciplinar tanto la mente como el cuerpo con el fin de hacerlos más receptivos a las ideas de Cristo. Como muchas otras prácticas religiosas, es observada con demasiada más en la , que en el espíritu.
Muchas personas hacen de la cuaresma una farsa. Está de renunciar a ciertos luios y cuando esos luios tienen relación con las comidas y bebidas, es provechoso físicamente que sea así. Hay también valor sicológico en la disciplina mental envuelta en ello. Pero tal práctica no tiene nada que ver con ser un cristiano; ¡los ateos podrían obtener el mismo beneficio!
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