El lector tiene ante sí un libro de Termología, materia tradicional, pero presentado con una estructura novedosa, con una organización no usual, exigida por el rigor de la lógica de la perspectiva científica, organizada sobre tres conceptos fundamentales: temperatura, calor y energía; y con la novedad añadida del rigor de la evolución histórica que complementa al rigor científico.
La temperatura y el calor son conceptos macroscópicos que se introducen, se desarrollan y se establecen en la física clásica, y que se expresan, por tanto, matemáticamente, como variables continuas reales y, físicamente, como magnitudes físicas clásicas; de otra manera, matemáticamente como espacios vectoriales reales unidimensionales y físicamente como magnitudes escalares.
La energía es un concepto que se introduce y se desarrolla en Mecánica como magnitud secundaria. Sin embargo, en la Termodinámica clásica se establece como magnitud fundamental y primaria, y en ésta se desarrolla también como variable continua real, como magnitud física clásica.
Así, con los conceptos de temperatura, calor y energía establecidos como magnitudes físicas clásicas, se han elaborado a lo largo de la historia moderna diferentes teorías físicas. Este conjunto de teorías físicas clásicas constituye un subconjunto de teorías físicas que denominamos TERMOLOGÍA, objeto de estudio de este libro.
Las teorías físicas se construyen con un trasfondo filosófico y un trasfondo matemático. En las teorías físicas clásicas el trasfondo filosófico esencial —continuismo— consiste en la idea de continuidad de las magnitudes físicas que se expresó en el trasfondo matemático mediante el uso de variables continuas reales, lo que facilitó la creación y el desarrollo de la teoría de funciones reales de variables reales con el cálculo diferencial e integral.
Por lo que respecta a las leyes de la física clásica, el trasfondo filosófico quedó inscrito en la idea del determinismo causal, que se expresó en el trasfondo matemático mediante leyes de proporcionalidad generalizada entre las magnitudes implicadas en las mismas.
Otras dos ideas básicas (de las que ordinariamente no se habla) están implícitas unas veces y aflorando otras: primero, el principio general de homogeneidad (todos los términos de una igualdad han de ser cualitativamente idénticos), fundamento de la estructura de las leyes físicas; y, segundo, el principio de complitud, consensuado y práctico (las ecuaciones físicas deben tener una expresión única sea cual fuere el sistema de unidades coherente que se utilice).
Esta densa presentación sugiere la orientación y la novedad de este texto que se manifiesta primordialmente en los primeros capítulos de cada una de sus partes. Por lo demás, su contenido puede considerarse tradicional. Un extenso conjunto de ejercicios y cuestiones completan el libro.
Como subtítulo se utiliza «Aplicaciones a la Arquitectura y a las Ingenierías» por varias razones: la situación profesoral de los autores, el elevado número de problemas y la fundamenta- ción clásica necesaria de estos profesionales. Lo destacado como original lo hacen de sumo interés, también, para las licenciaturas de Ciencias Físicas, Químicas y Ambientales.
El libro, como texto docente, se concibe para los programas de los primeros cursos universitarios: los de fundamentos teóricos y de aprendizaje de métodos prácticos para la resolución de ejercicios, pero tiene vocación de recuerdo y consulta para toda la carrera y el ejercicio profesional de arquitectos (ahora impulsados a un mayor conocimiento científico por las superiores exigencias técnicas en la edificación) e ingenieros.
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